Así nos hizo el Señor
Génesis 1:26–28
En el relato de 1:26–28 hay cinco palabras
hebreas de rico contenido semántico que describen la acción y las cualidades
que puso Dios dentro de cada ser humano. Barah , significa que Dios creo sin
tener a mano ninguna materia prima. Dios hizo de la nada. Selem y demut, se
traduce "imagen y semejanza" son las capacidades esenciales para
poder comunicarse con Dios. Radah y kabash, se traduce "dominio
sobre" (v. 26) y "sojuzgadla" (v. 28).
Este conjunto de palabras nos permite
elaborar las siguientes verdades acerca de cómo nos hizo el Señor. El ser
humano fue creado por Dios. Somos producto de su mano y no resultado de la
casualidad u otros factores. El ser humano fue creado por Dios con la capacidad
de relacionarse con él; por eso podemos razonar y hablar. El ser humano fue
creado por Dios con la capacidad de ser administrador general de todo lo creado. El hombre puede
hacer lo que bien le parezca recordando que tendrá que dar cuenta de sus
actos. El haber sido creado por Dios con
capacidades especiales, conlleva la responsabilidad.
El testimonio de las Escrituras es que
Dios desea una relación personal con Su creación, y especialmente, con el
hombre quien Él creó a Su propia imagen. Esta es una de las verdades más
grandes del cristianismo. Dios no es una “cosa” impersonal incapaz de tener una
relación con otros, y el hombre no es un accidente cósmico a solas en el
universo. Dios creó al hombre para que el hombre lo conociera y fuera
destinatario de Su bondad. Cuando la relación entre el hombre y Dios fue rota
por el pecado, Dios envió Su propio Hijo para que ésta relación fuera
restaurada. Todos los que han sido reconciliados con Dios por medio de la fe en
Su Hijo pueden tener la más grande confianza de que Dios busca una relación
personal con ellos.
Y por último, Necesitamos saber que el
amor es duradero. En el momento en que el ser humano rompe sus relaciones de
amor con su prójimo, sean cuales sean esas relaciones, es devastador porque pone fin a la historia.
Así nada más. El pasado se perdió. El futuro es incierto. Las fotos se quitan
de las paredes. Algunos nombres nunca más se mencionan. Se termina la historia
de amor. Ya no puedes contar con nada. Empezó con “había una vez” y terminó en un vacío”. Las más grandes alegrías no nacen de las
aventuras que se experimentan en soledad, sino de las aventuras en las que nos
invitamos para disfrutarlas juntos, reírnos juntos, hablarnos, jugar y comer
juntos. Las mejores experiencias con Dios son las que vivimos con Él en
intimidad. Todo pierde sentido cuando
creemos que con solo venir cada domingo al culto hemos hecho suficiente para
relacionarme con Dios, eso no es cierto, la vida cristiana está llena de
acciones que nos hacen vivir una buena relación con Dios, orar, leer su palabra
y estudiarla, cantar alabanzas para aquel con el tengo las mejores relaciones,
Dios Padre, Dios Hijo, y Dios Espíritu Santo.