Mi vida Devocional

 

 

¡MISERICORDIA!
Derek Dunn

Como Lot todavía titubeaba, los ángeles lo agarraron de la mano, y también a su esposa y a sus dos hijas, y los llevaron enseguida a un lugar seguro fuera de la ciudad, porque el Señor tuvo misericordia de ellos. Génesis 19:16 (NTV).

Hay un juego al que solía jugar cuando era niño. Un amigo y yo nos poníamos frente a frente, tomándonos de las manos con los dedos entrelazados. Entonces, nos apretábamos y retorcíamos las manos y los dedos hasta que uno de los dos no podía soportar más el dolor y gritaba: "¡MISERICORDIA!" Honestamente, no sé por qué nos parecía divertido, pero me dio un entendimiento inicial del significado de la palabra "misericordia".

En la primera mención en la Biblia de la palabra "misericordia" o "misericordioso", nos encontramos en medio de una misión de rescate. Lot y su familia están a punto de ser épicamente destruidos junto con las ciudades de Sodoma y Gomorra, y Dios envía ángeles para sacarlos de la ciudad. ¿Por qué los salvó Dios? Porque Él es misericordioso.

A lo largo de la Biblia, encontramos historias donde Dios extiende su mano para aliviar a un mundo agobiado, son historias de misericordia. ¿Por qué? Porque la Biblia es la historia de Dios, y Dios es misericordioso. Toma un momento para entender esto. El Creador del universo, Aquel que sostiene los patrones de la naturaleza, cuya voz creó todo lo que existe, es misericordioso. Así es Él. De hecho, cuando Dios revela su nombre a Moisés, se llama a sí mismo el Dios de gracia y misericordia. Y Él sale compasivamente al encuentro de la gente en medio de su dolor, esclavitud, sufrimiento, quebrantamiento, pecado y destrucción inminentes para llevar salvación y alivio.

Hay una historia específica en el Nuevo Testamento que siempre me conmueve, y es la de un hombre ciego llamado Bartimeo. Su condición lo obligó a ser marginado por la sociedad y a mendigar en las calles de Jericó. Un día, Jesús llegó al pueblo. Aunque Bartimeo no podía verlo, estaba lleno de fe creyendo que Jesús podía intervenir en su angustia y darle el alivio que tan desesperadamente necesitaba. Mientras Jesús salía del pueblo, el ciego Bartimeo gritó: "¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!" Jesús se detuvo, se encontró con Bartimeo en medio de su situación, restauró su vista revelando así el carácter del Dios del universo.

Cuando clamamos, "¡MISERICORDIA!", Dios nos escucha y nos provee ayuda para rescatarnos. ¿En qué áreas de tu vida estás desesperado por que Dios derrame su misericordia? Si tan solo clamas a Él, Él saldrá a tu encuentro con compasión y con los brazos abiertos.

Oración
Padre, gracias por ser un Dios misericordioso. Te ruego misericordia en medio de mi necesidad. Gracias por tu respuesta compasiva y tu interés en mi situación. Confío en ti para que abras mis ojos y traigas sanidad y salvación a mi vida. En el nombre de Jesús, amén.

Los Versículos a Memorizar
La exposición de tus palabras nos da luz, y da entendimiento al sencillo. Salmo 119:130 (NVI).

También lee:
Éxodo 34:19; Salmo 23:6; Salmo 25:6; Marcos 10:46.

Mi reflexión 

Muy diferente a Derek Dunn en su experiencia de niño yo no jugué así con mis amigos. Soy de una generación y de una cultura donde se nos enseñó que “juego de manos, juego de villanos” (o sea, no se hagan daño jugando porque se terminarán lastimando). Pero en cuanto al significado de “misericordia” lo aprendí cuando estaba en un laberinto interminable de mi vida, lleno de situaciones que cada vez se hacían más difíciles de solucionar.  Yo estaba ciego, pero no como Bartimeo, mi ceguera era moral, espiritual, mi angustia por encontrar una respuesta me llevo a gritarle a Dios ¡si en verdad tú existes, si eres ese Dios quien dices ser, dame tu mano por favor, porque no encuentro solución para salir de este laberinto” esa noche de mi oración frente a un espejo, esa noche yo esta solo. Una hora antes, regresando a casa por la carretera de Bejuma, donde había una peligrosa curva en una montaña, yo pensé soltar el volante de mi carro y terminar allí, en “curva del diablo”, así se le llama” muchos conductores han terminado su vida allí. Pero ya en mi casa, solo, desesperado, llorando frente a un espejo, le grite al creador, ¡dame una señal que no puedo más! y en minutos, ¡alguien tocó en la puerta de mi casa! yo sequé las lágrimas de mis ojos, grité ¡un momento! Me lave la cara rápidamente y fui a abrir, allí en mi puerta estaba la respuesta de Dios, allí un ángel me dijo “no vengo hablarte de Jesús, vengo a invitarte para que le conozcas personalmente” y aunque no fueron esas sus palabras literales, así lo entendí yo, y a los pocos días (tres) yo conocí a Jesús personalmente. El me extendió su mano misericordiosa, me enseñó cómo salir de mi laberinto y aunque eso no fue instantáneo, se fue dando poco a poco en el Camino. Fue allí cuando la mano misericordiosa del SEÑOR me tomó para sacarme de mi Sodoma, tal como a Lot, no me dejo morir en ese infierno. Me costo ir entendiendo todo, el antiguo laberinto, la carretera sinuosa ya no estaba, pero yo no estaba repuesto totalmente para comprender que tenía que asumir mi rol como hijo del Dios Altísimo inmediatamente, fue difícil y lento, pero ocurrió, su misericordia se fue dando y cada día se hacía nueva y más comprensible para mi. Yo solo clamé a Jesús una noche de desesperación ¡dame una señal! y el vino a mi puerta me llamó por mi nombre ¡Eduardo, aquí estoy, ábreme la puerta si lo deseas! le abrí. Eso sucedió en el mes de junio en 1977 a mis 26 años de edad, a los pocos días, un día del padre por la noche Cristo estaba ya en mi corazón para siempre. No soy el mismo que era antes de esa fecha y el cambio fue lento, y costo entenderlo todo, Jesús solo me decía, no te rindas y sígueme.  Ya fuera de aquel laberinto de vías que experimenté, se inició una escalada, muy difícil de subir, pero ya estaba al pie del “Monte de la Santidad”,  (así le llamo)y todavía me cuesta seguir subiéndolo, pero ahora gozo la misericordia de mi Salvador Jesús que me lleva de Su mano cada día de mi vida durante 43 años.

Eduardo Torres